Mongolia forma parte del ámbito geográfico llamado Asia Central, con otros estados como Kazajistán, Kirguizistán o Tayikistán. Comparte con estos estados tres elementos histórico-culturales muy importantes:
El primero y fundamental es una forma de vida ancestral basada en la ganadería nómada, con la trashumancia estacional de grandes rebaños por la estepa y el uso de viviendas móviles circulares de madera y fieltro conocidas como yurtas (ger en mongol). Este estilo de vida ha imprimido importantes rasgos socioculturales a los habitantes de estos países, entre ellos un estrecho vínculo con la naturaleza y una conciencia de solidaridad muy fuerte con las personas de la misma región de origen. Todavía hoy en Mongolia una parte importante de la población depende de la ganadería nómada, y en ciudades como Ulan Bator más de la mitad de los residentes sigue viviendo en yurtas.
El segundo elemento determinante en los países de la llamada Asia Central es mucho más reciente, pero precisamente por ello y por la larga duración de la experiencia, sus efectos siguen muy presentes. Es el hecho de que todos estos países vivieron durante la mayor parte del siglo XX en sistemas planificados de corte soviético, como partes o estrechos aliados de la extinta URSS. Mongolia no llegó a pertenecer formalmente a la Unión Soviética, como sí sucedió en las otras repúblicas centroasiáticas, pero tuvo un régimen «socialista» totalmente incorporado a la órbita de influencia de Moscú. Todos los avatares políticos de la historia soviética tuvieron sus calcos inmediatos en Mongolia. La «República Popular de Mongolia» (Bügd Nairamdakh Mongol Ard Uls, BNMAU, en mongol) existió como estado de 1924 a 1992. Esta experiencia política y social marca todavía en buena medida a los habitantes de estos países en diversas esferas de la vida, por ejemplo en su visión general de las relaciones internacionales, en su alto nivel medio de estudios y en la interiorización de diversos comportamientos y costumbres rusas.

El tercer elemento común de los estados centroasiáticos está vinculado históricamente al anterior y es la rápida entrada en las últimas décadas en la economía de mercado y en el sistema parlamentario. El tránsito del socialismo al capitalismo fue un proceso brusco que tuvo en un primer momento aspectos traumáticos y graves consecuencias para grandes sectores de la población. En el caso de Mongolia, por ejemplo, la desaparición de un sistema estatal de protección a la maternidad tuvo efectos significativos en la posición de las mujeres en el mercado laboral y en la tasa de natalidad, y la liquidación de la ganadería planificada reestructuró toda la propiedad rural y aceleró el éxodo masivo a las grandes ciudades, especialmente a Ulan Bator.

Hay un cuarto elemento cultural determinante para conocer la Mongolia de hoy, un elemento que este país no comparte con las otras repúblicas incluidas en el concepto geográfico de Asia Central, pero sí con otras regiones del continente algo más alejadas. Mientras Kazajistán, Kirguizistán o Tayikistán son países de mayoría musulmana, integrados en la órbita cultural del Islam, Mongolia es un país de mayoría budista. El budismo mongol pertenece a la rama Vajrayana de este gran movimiento cultural-religioso, conocida también como «budismo tántrico» y a veces genéricamente como «budismo tibetano». El budismo Vajrayana ha llevado a cabo una fusión importante de sus preceptos con elementos del chamanismo ancestral de los pueblos de la estepa, hasta el punto de que ambos mundos son indisociables en la mayoría de las actuales expresiones de religiosidad popular de Mongolia. El budismo en general, y el budismo tibetano-mongol en concreto, contiene formas muy singulares de ver el mundo, la vida y el desarrollo de los acontecimientos que siguen plenamente vigentes en la Mongolia urbana y moderna de hoy.

Estos cuatro elementos configuran las claves de pensamiento y de comportamiento de los mongoles actuales, y se reflejan en todos sus ámbitos privados y públicos. Entender la Mongolia de hoy es comprender cómo actúan en conjunto y también, en buena medida, cómo se contraponen, originando algunas de las llamativas contradicciones de esta sociedad.